Supe que todo había acabado, que ya no merecía la pena buscar una solución. Estaba cansada de buscar sin linterna en una oscuridad absoluta, en un callejón sin salida. Me percaté de que el fin había llegado y sentí una extraña alegría que me costó reconocer.
No mostré un ínfimo atisbo de nervios cuando me dijo que venía, que venía a verme a mí. Advertí que hacía tiempo que ya no pensaba en él, que ya no era el epicentro de mi pensamiento.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
cuando dejas de pensar en algo, aparece.
ResponderEliminarpues suerte tienes de poder no pensar en él, porque es dificíl que deje de ser el centro de tus pensamiento. A mí me costó demasiado tiempo
ResponderEliminarSiempre que te olvidas de algo o alguien, ese vuelvee!!
ResponderEliminarpffffff pues justo lo que más cuesta es eso, olvidarte de esa persona....
ResponderEliminarEntonces ya no será tan importante. O no?
ResponderEliminarLas cosas importantes no permanecen olvidadas mucho tiempo.
ResponderEliminarSi ese alguien te hacía daño, mejor olvidarle.
ResponderEliminarAhora es cuando te toca calzar tacones, labios rojos y caminar bien erguida hacia delante.